domingo, 18 de octubre de 2015

El Smartphone del Refugiado

He empezado una colaboración quincenal con el diario DEIA para publicar un artículo cada dos sábados en la sección de internacional o MUNDO.

http://www.deia.com/2015/10/17/mundo/refugiados-al-telefono

También lo publica esta colaboración el diario del mismo grupo NOTICIAS de GIPUZKOA.

La sección se llama MIRAR HACIA OTRO LADO y su primer artículo se publicó hace dos semanas: Palmira, piedras que duelen.

El de ayer trata de...El Smartphone del Refugiado.

Aunque en el texto del artículo no lo diga, puesto que se trata de algo breve y para público general, la verdad es que lo que ahí se cuenta también tiene que ver con el Derecho a la Ciencia que, como los asiduos del blog sabéis, es uno de los temas en los que más estoy trabajando.

Espero que te parezca interesante.

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Adjunto el texto por si a alguno se le hace más sencilla su lectura directamente en este formato:


EL SMARTPHONE DEL REFUGIADO

Hace unos días, en Marruecos, me contaban de una reciente crisis de migrantes que acabaron acogidos en una Iglesia. Los servicios diocesanos llegaron rápidamente. Estaban preparados para las solicitudes habituales: comida, agua, ropa, bienes de higiene personal, tal vez mantas, pañales, quizá medicinas o asistencia médica, es decir, las necesidades humanitarias básicas.

Los migrantes sin embargo solicitaron como prioridad algo inesperado que creó cierto desconcierto: conexión wifi para sus teléfonos móviles. ¿Qué clase de migrantes son éstos que se permiten teléfonos inteligentes y desean estar permanentemente conectados? Esta imagen desafía nuestros estereotipos sobre lo que una persona necesitada debe ser, tener, querer y pedir.

La experiencia se repite ahora con los refugiados sirios que llegan a Europa. Cientos de personas abarrotan un polideportivo. Están agotadas tras una larga caminata o tras viajar hacinados en un tren. Los niños duermen o lloran. Los baños apestan. Uno espera que estos desplazados necesiten calzado o pasta de dientes. Sin embargo los cargadores de teléfono escalan en la lista de peticiones hasta las primeras posiciones. Pero, ¿no eran migrantes en extrema necesidad?, ¿no deberían pedir cosas más básicas?

Estamos descubriendo que las Tecnología de la Información y la Comunicación (las TIC), los teléfonos móviles, la conexión a Internet y el acceso a las redes sociales se han convertido en bienes de primera necesidad.

A través de las TIC un migrante puede informarse sobre su próxima etapa, a dónde se puede ir, cómo acogen en un lugar y cómo rechazan en otro, qué requisitos y documentación necesitan. Pueden averiguar dónde están sus familias y sus amigos. Pueden denunciar, con fotos o videos, si reciben un trato inadecuado y de esta forma los móviles se convierten en uno de los instrumentos de protección de los derechos humanos más eficaces, al reducir los espacios de oscuridad e impunidad.

En lugar de llevar las joyas de la abuela en el dobladillo o los ahorros de la familia en el refajo, algunos podrían, gracias a las TIC, manejar con seguridad ciertos recursos mientras se desplazan.

Gracias a las TIC algunas de las labores más importantes que debían asumir las asistencias sociales pueden hacerlas hoy directamente los interesados como personas que no han perdido del todo su autonomía: pueden planificar su próxima jornada comprobando en tiempo real qué puertas están abiertas, pueden encontrar a su hermano perdido en la avalancha de la víspera al tomar el tren y quedar con él al día siguiente. Son personas que luchan, gracias a las TIC, por no perder del todo su capacidad de gobernar su destino.

El acceso a la tecnología y a la comunicación, el wifi y el cargador, se han convertido en una necesidad tan básica como el pan y el papel higiénico.

Ahora lo entendemos: carretera y manta… y teléfono.


Mikel Mancisidor, es jurista y Doctor en Relaciones Internacionales

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NOTA para el curioso: Sigo la recomendación de FUNDÉU y digo las TIC, ni las TICS, ni las TICs. Ver aquí el porqué.

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