domingo, 12 de octubre de 2014

Nobel, literatura, historia, memoria y derechos humanos

Hoy hablamos de literatura, aunque sin salirnos del tema de nuestro blog.

 http://www.svenskaakademien.se/
Y es que la Academia Sueca ha otorgado el Premio Nobel de literatura a Patrick Modiano, un escritor interesado, obsesionado casi podría decir, con la memoria y con la suerte de las víctimas anónimas de la ocupación nazi de París. Algo, seguramente mucho, tiene que ver por tanto este autor con los asuntos a los que este blog se dedica.

http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/2014/

Su novela Dora Bruder tiene, según algunos críticos, condensados algunos ingredientes característicos de su obra. Es una novela breve, de 127 páginas de generosa letra, que se puede leer por lo tanto en un par de sentadas. En una obra híbrida, parte novela, parte reportaje más o menos real, parte historia, parte autobiografía, parte recuento de la propia escritura de la obra... A mi me gusta este estilo híbrido que, según creo, está bastante de moda.

 

El caso es que la obra de Modiano es de una pureza casi destilada, de una belleza austera, limpia, dolorosa. Persigue la memoria y la historia de una joven desaparecida y finalmente enviada a Auschwitz, donde su rastro desaparece para siempre, buscando sus detalles más cotidianos y sin una pretensión obvia, a primera vista, de lectura política directa.

La melancolía del olvido impregna cada página, pero no tanto del olvido en el sentido político, sino del olvido en el más inevitable sentido filosófico de cada existencia humana. Parece una persecución contra el abismo del olvido en que finalmente debe terminar nuestra existencia, más tarde o más temprano. Pero es una persecución bella, absurda seguramente, como absurdas son a veces, según se miren, los más profundos afanes humanos.

Las escenas que esta joven, Dora, vio o vivió, se perdieron para siempre. Las personas con las que se pudo cruzar o compartir algunos de los más dramáticos momentos de su vida (o cualquiera de los más anodinos o vulgares), no las conocemos, han muerto, no saben decirnos nada de ella. El azar -o la búsqueda- nos permite pasear por esos mismo paisajes ya transformados (como si la renovación de la ciudad fuese un traición insensible a su memoria) pero sentimos su vacío, a lo sumo su recuerdo más inventado que real. El azar -o la búsqueda- nos llevan incluso a conocer personas que coincidieron con ella, pero a las que por desgracia no supimos hacerles la pregunta adecuada cuando tuvimos la oportunidad y la perdimos, o tal vez su recuerdo se perdió o nunca se tuvo...

"Dicen que los lugares conservan por lo menos cierta huella de las personas que los han habitado (...) Me embargaba una sensación de ausencia y de vacío cada vez que me encontraba en un lugar donde había morado" (pág. 31 de mi edición)

Es una pena casi existencial por el olvido, pero transformada en denuncia de lo que les pasó a los inocentes perseguido por la identidad que otros les daban.

"Te clasifican en extrañas categorías de las que nunca has oídos hablar y que no corresponden a los que realmente eres. Te convocan. Te internan. Y querrías saber por qué" (Pág. 39)

Es denuncia de las cosas pequeñas. No hay escenas de cámara de gas o de torturas, pero sí la humillación de llevar la estrella de David, de la prohibición de utilizar el teléfono, de poseer una bicicleta o un receptor de radio. Es dolor de las ausencias. No el dolor de quienes van al crematorio, sino el dolor de quienes se quedan y siguen humillándose ante el poder para solicitar "de su alta benevolencia la liberación de mi hija" o de su generosidad información concerniente a mi hija" o "de su benevolencia la liberación de mi nieto de 3 años" o de la hija que no estaba inicialmente perseguida pero a la que se llevaron porque lloraba. (págs. 78-79)

Todos conocemos la historia, un tanto apócrifa o cuando menos exagerada, de los daneses -comenzando por el rey Christian X- vistiendo la amarilla estrella de David. Aquí se cuenta la historia de un puñado de mujeres heroicas y valientes que tuvieron el valor de ponerse en París la estrella "en señal de solidaridad" (pág. 123) . Estas "amigas de los judíos", como fueron llamadas por los nazis, eran mecanógrafas, dependiente de papelería, vendedora de periódicos, ama de casa, empleada de correos y telégrafos, estudiantes. Fueron llevadas con los judíos.

"Muchas personas cercanas a las que no llegué a conocer desparecieron" (pág. 89) "nunca conoceremos" (pág. 98), "me preguntó qué pasó" (pág 90)... "me preguntó qué", "quizá", "se perdieron", "vacío" son palabras y frases que se repiten, son el recurrente leitmotiv del libro...

Al final del libro Modiano renuncia, no sin dolor, a seguir escudriñando más en la vida de Dora: "Nunca sabré cómo pasaba los días, dónde se escondía, en compañía de quién estuvo (...) Es su secreto. Un modesto y precioso secreto que los verdugos, las ordenanzas, las autoridades llamadas de ocupación, la prisión preventiva, la Historia, el tiempo -todo lo que nos ensucia y destruye- no pudieron robarle." (pág. 127)

Busco y rebusco. Quiero estar seguro, pero no encuentro el dato con el que quisiera terminar este comentario: ¿existió realmente Dora Bruder o es un personaje de ficción introducido en un contexto y en unos hechos reales? Finalmente me topo con una conferencia en la Universidad de Vermont impartida el 30 de octubre por Susan Rubin Suleiman, de la Universidad de Harvard. Se trata de una ocasión especial: es una Raul Hilberg Lecture, en memoria del gran historiador de las víctimas del holocausto, de los agresores y también de "los que pasaban por ahí" (otro día podremos hablar de él y de su obra). El caso es que Susan Rubin Suleiman dice:

"Patrick Modiano es un novelista, no un historiador. Trabaja con personajes de ficción incluso cuando muchos de los hechos que cuenta en sus novelas están basados en aspectos de su propia vida. Pero lo que distingue Dora Bruder del resto de su obra (...) es que Dora Bruder fue una persona (...) de quien muy poco se conocía e incluso podía conocerse, pero que tuvo existencia histórica. Dora Bruder no es un personaje de ficción (...) Dora fue apresada y deportada junto a otros 75.000 judíos que vivían en Francia." (Susan Rubin Suleiman, Identification and Mourning in Writing about Victims of the Holocaust, The Raul Hilberg Lecture, The University of Vermont, October 30, 2006, Pp. 5-6)

El Secretario de los premios ha explicado en su lectura del fallo: el premio ha sido otorgado "por el arte de la memoria con el que ha evocado los más inaprehensibles destinos humanos y ha descubierto la vida cotidiana de la ocupación"

Como veis hablar de literatura hoy tenía mucho que ver con los derechos humanos y con la memoria.

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